La Argentina, bajo revisión

Artículo publicado en el suplemento de Comercio Exterior del diario La Nación, el martes 26 de marzo de 2013, edición impresa, en ocasión del paso de Argentina por el examen de política comercial de la OMC.

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Análisis

La Argentina, bajo revisión

 

Por Julieta Zelicovich  | Para LA NACION

Uno de los objetivos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) es favorecer la transparencia en las relaciones comerciales entre sus miembros. Tener información en comercio exterior permite optimizar recursos, y por ende, aumentar las ganancias. Pero ¿qué pasa cuando es el propio país el que debe someterse a examen? La semana pasada fue el turno de la Argentina de pasar bajo la lupa de la Secretaría de dicho organismo, y de responder a las preguntas de los otros miembros. ¿Qué muestran los documentos emitidos por la OMC? ¿Cómo se ve al país desde Ginebra? ¿Qué políticas son cuestionadas, cuáles enfatizadas?
El examen, que se realiza cada seis años en el caso de los países en desarrollo, consta de dos informes: uno elaborado por la Secretaría de la OMC, y otro presentado por el propio país. Durante dos jornadas, las partes exponen sus argumentos centrales y responden a las preguntas de los otros 158 miembros de la OMC.

Los documentos fueron publicados el jueves último, pero habrá que esperar seis semanas más para tener acceso a las actas de la reunión. No obstante, el análisis de la información disponible permite sugerir que la Argentina puede salir airosa del encuentro, aunque deberá ser más cuidadosa en las formas de llevar adelante sus políticas.

El informe de la OMC muestra un Estado activo, involucrado en los objetivos del desarrollo, la industrialización, y el crecimiento económico, pero a la vez señala las contradicciones inherentes al modelo de desarrollo, y deja entrever algunos incumplimientos de las normas internacionales, debido a «la aparente falta de transparencia en la aplicación de algunas medidas».

Así el informe da cuenta de que el país recuperó los volúmenes de comercio afectados por la crisis de 2008-9 pero no pudo retomar los equilibrios de largo plazo. El papel de las pymes en los flujos del comercio exterior sigue siendo bajo, y a pesar de que la distribución de las exportaciones se mantuvo estable (dividida en tercios para productos primarios, MOI y MOA) «muchas de las exportaciones de productos manufacturados, por ejemplo, las del sector automotor, (que son el 35% de las exportaciones de manufacturas) son intensivas en insumos importados». El superávit de la balanza comercial ha ido disminuyendo en los últimos años, y a partir de 2012, los indicadores de crecimiento parecen estancarse.

Vinculado a esta evolución, las alertas que emite el documento remarcan que «El uso de la política comercial para alcanzar objetivos de corto plazo», conduce a un régimen comercial «menos predecible, y genera costos adicionales para la economía» e indica además que «la aplicación de la combinación de políticas [de promoción de las exportaciones y de la producción interna, en ocasiones a través de la sustitución de las importaciones] puede a veces generar efectos contrapuestos».

Las licencias de importación y las medidas administrativas son los instrumentos más cuestionados. Éstas no parecen estar permitiendo mayor nivel de agregación de valor sobre los productos exportables, sino que están conduciendo a incrementos sobre los costos de la producción y la inflación, a la vez que generan incertidumbre en el plano internacional.

Los aranceles a las exportaciones son otro de los instrumentos sobre los que se detiene el informe. En las manufacturas, por el efecto sobre la inflación; y en materia agrícola, por los efectos que podría tener su aplicación en el precio mundial de estos productos (cuestión no menor si se considera el crecimiento en el plano multilateral de los temas vinculados a la soberanía y la seguridad alimentaria).

No todo es negativo, la Argentina puede jactarse de algunos éxitos, relevados en el informe: se destaca la política de desendeudamiento, el crecimiento del PBI y la obtención de superávits primarios en las finanzas públicas que «durante el período examinado, permitieron reducir la proporción de la deuda pública, pasando de más del 60% del PBI en 2006 a un 41,6% en 2011». Es señalado como uno de los países que más intensivamente recurre a las medidas antidumping, lo que sugiere un aprovechamiento superior de los recursos disponibles permitidos para la protección de la industria nacional. Y tiene un reconocimiento expreso por su activa participación en los distintos foros de la OMC, y en particular en la defensa de la cuestión agrícola en la Ronda Doha.

Tras la publicación del informe, actores claves como los EE.UU. reconocieron el aporte de la Argentina en materia de biotecnología para la agricultura, y los esfuerzos para terminar con los subsidios a la pesca, aunque continúan sosteniendo que las diferencias que tiene con el país en materia de restricciones a las importaciones no se resuelven con la eliminación de las licencias no automáticas, sino que requieren de mayor transparencia. La Unión Europea por su parte no perdió la oportunidad de plantear en el plano multilateral que la «predictibilidad y certezas» han de resultar claves para las relaciones de inversión y comercio en el largo plazo, expresando en particular su descontento con el cumplimiento argentino de los tratados bilaterales de inversión (una forma diplomática de referirse a los casos en el Ciadi y a la nacionalización de YPF).

Dado que los elementos más cuestionados por el informe ya son objeto de controversias dentro del órgano de solución de diferencias de la OMC, no parece probable que la Argentina deba enfrentar nuevas consecuencias jurídicas tras el examen. Su publicación debería ser un llamado al debate público acerca de la sustentabilidad y coherencia de las medidas aplicadas, y la necesidad de tener un entramado productivo cada vez más integrado a la globalización sobre la base de la confianza, la transparencia y la predictibilidad..